Ya sabemos que el nuestro no va a ser igual. Tal vez peor o mejor pero no igual.
Así que me propuse buscar cajas y las que daban el perfil para lo que quería eran las cajas de puros. Tenían que tener unas medidas pequeñas, que fuesen de madera ligera y con espacio para lo esencial y nuestros abanicos. Conseguí una caja antigua de Cohíba y otra no tan antigua de Kiowa.
Este era su aspecto inicial.
Y como somos muy cabezotas nos pusimos manos a la obra.
Poco a poco fueron tomando forma.
Le aplicamos detalles de Swarosky en el cierre
La medida es perfecta para meter lo esencial junto a nuestro abanico
Las forramos por dentro con fieltro de color
Este fue el resultado
El asa queda rígida gracias a un cable de acero, dónde van ensartadas las bolas.
El otro modelo que preparamos fue una antigua caja de puros de Cohíba
El decorado de la madera son antiguas vitolas de puro de personajes ilustres de la literatura. En este caso utilizamos a mujeres.
Las asas de este lleva el mismo sistema del cable de acero para hacerlo rígido. Las bolas que lo decoran son de madera y cerámica.
Las de cerámica las encontré en un mercado de antigüedades que hay en la isla los sábados y que el señor del puesto ni se había dado cuenta de ellas. Fue anecdótico
Detalle del cierre. Este no necesitó decoración ninguna.
Lleva grabada la marca.
El tono dulce de la madera acompaña.
El resultado son dos bolsos originales y que no pasaran desapercibidos.